8 mar 2020

Leonor de Aquitania (Parte 1)

Leonor de Aquitania
Reina de Francia y de Inglaterra

Primeros años
Nació entre los años 1122 y 1124. Hija de Guillermo X de Aquitania y Leonor de Châtellerault. Tuvo un hermano mayor, Aigret, y una hermana menor, Petronila. Su abuelo fue Guillermo el Trovador.

Tras la muerte de su hermano, Leonor se convirtió en heredera del ducado más grande de Francia. Los duques de Aquitania eran, asimismo, condes de Poitiers y duques de Gascuña. Su autoridad se extendía a diecinueve de los actuales departamentos: del Indre a los Bajos Pirineos. Son vasallos suyos poderosos barones: en Poitou, los vizcondes de Thouars, los señores de Lusignan y de Châtellerault, que son importantes personajes —veremos a un Lusignan llevar la corona de rey de Jerusalén—; y barones de menor entidad, como los de Mauléon y de Parthenay, los de Chateauroux y de Issoudun, en Berry; de Turena y de Ventadour en el Lemosín; y esos señores gascones de nombres sonoros, los d´Astarac, d´Armagnac, de Pardiac o de Fézensac, y muchos otros más, hasta los Pirineos, por no hablar de los condados de la Marche, de Auvernia, de Limoges, de Angulema, del Perigord o del vizcondado de Bearn, feudos extensos y ricos, que componen una verdadera corte para el duque de Aquitania. (Pernoud, 2009, pág. 16)

"La opulenta Aquitania, dulce como el néctar gracias a sus viñedos salpicados de bosques, repletos de frutas de todo tipo y dotados de una sobreabundancia de pastizales", describe un cronista, Heriger de Lobbes. Ralph de Diceto escribió que el ducado "abunda en riquezas de muchos tipos, tan excelentes en otras partes del mundo occidental que los historiadores lo consideran una de las provincias más afortunadas y prósperas de la Galia". (Weir, 1999, p. 5) Leonor creció en una corte sofisticada, en la que desarrolló un gusto por el lujo y el refinamiento. Alentó la cultura trovadora con su patrocinio de poetas y escritores. Algunos historiadores creen que Leonor y sus damas presidieron "cortes de amor" en Poitiers. Sabemos que la condesa María, hija mayor de Leonor, encargó a su capellán, Andreas Capellanus, que escribiera sobre ellas, en un libro titulado Tratado de Amor. 

Las mujeres desempeñaron un papel subordinado en la sociedad medieval. Cuando los estados feudales se forjaban a partir de las ruinas de un imperio romano devastado por las invasiones bárbaras, la vida era brutal e incierta; podría prevalecer generalmente sobre el derecho; y lo que contaba era la fuerza masculina. Las leyes de Aquitania, establecidas en los años anteriores a que la Iglesia aumentará su influencia en los dominios ducales, eran generalmente favorables para las mujeres, asegurando que su estatus en el ducado fuera más alto que en cualquier otro lugar de la Europa feudal. Podían heredar la propiedad por derecho propio e incluso gobernar de manera autónoma sobre las tierras que heredaron. Participaron en la vida pública y, a diferencia de las mujeres en el norte de Francia, no se mantuvieron aisladas de los hombres o de la sociedad en general. Las mujeres ricas eran famosas por su elegancia en la vestimenta, pero censuradas por la Iglesia por sus mejillas pintadas, sus ojos delineados y sus perfumes orientales. Las mujeres de todas las clases eran famosas por su actitud laxa hacia la moralidad; en el norte se afirmaba que todo el ducado no era mejor que un gran burdel. El adulterio de una esposa no era castigado, como en otros lugares, con encarcelamiento o ejecución: los aquitanos tenían una visión optimista de tales asuntos. (Weir, 1999, p. 16)

La educación de una mujer raramente era considerada importante. Las chicas de buena cuna aprendían habilidades domésticas, en el hogar o en el convento, y rara vez aprendían a leer o escribir. Leonor fue una excepción. Le enseñaron a leer en su lengua materna; Bertran de Born, quien le dirigió muchos chansons, dice, "no eran desconocidos para ella, porque ella puede leer". También recibió instrucción en latín. Si bien, ciertamente se familiarizó con el sable gai* (arte alegre) de los trovadores, no hay evidencia de que haya heredado los talentos poéticos de su abuelo, como afirman algunos escritores. Sin embargo, compartió el disfrute de Guillermo IX de la literatura romántica y la poesía, y con el tiempo vendría a patrocinar a trovadores como Bernard de Ventadour. (Weir, 1999, p. 16-17)

Además de ser una prominente heredera, Leonor era extrovertida, inteligente, voluntariosa y muy admirada en la corte de Poitiers. El trovador Bernard de Ventadour decía que era «graciosa y agradable, el encanto hecho persona», y que tenía «unos ojos preciosos y una expresión muy noble». (Rank, pág. 26Sin embargo, nadie dejó una descripción de Leonor, ni siquiera del color de sus ojos o cabello. Se ha sugerido que debió tener una apariencia acorde al ideal contemporáneo de belleza rubia y ojos azules, aunque un mural de la iglesia de Santa Radegunda en Chinon muestra a Leonor con el cabello castaño rojizo.

Mural en capilla de Santa Radegunda, fuente

Con la muerte de su padre en 1137, cuando apenas era una adolescente, se convirtió en duquesa de Aquitania. El duque Guillermo había nombrado como guardián de su hija al rey Luis VI de Francia. En cuanto murió el padre de Leonor, el rey comenzó los preparativos para el casamiento entre su hijo y la joven duquesa. 


Reina de Francia
Los jóvenes contrajeron matrimonio el 25 de julio de 1137 en la catedral de San Andrés. Ese mismo año falleció el rey, con lo cual, el esposo de Leonor ascendió al trono como Luis VII. El nuevo rey resultó ser un joven tímido y reservado que solía delegar muchas de sus responsabilidades en los consejeros de su padre. Leonor, aún siendo joven e inexperta en política, asistía a las reuniones del consejo y se enfrentaba a los consejeros. Poco tiempo después, los jóvenes comenzaron a enfrentarse. Leonor hizo lo posible por animar la corte trayendo cosas típicas de Aquitania; tapices decorativos, enormes chimeneas y una arquitectura interior más luminosa para el castillo. Odiaba la excesiva devoción de su marido. Llegó a quejarse diciendo que pensaba que se había casado con un hombre que en realidad resultó ser un monje. (Rank, pág. 27)


La Segunda Cruzada fue la oportunidad perfecta para que la pareja arreglara sus diferencias fuera de casa. El Papa Eugenio III emitió un comunicado para que la Segunda Cruzada obligara el retroceso de los musulmanes. Cuando Luis VII decidió viajar a Tierra Santa, la reina Leonor quiso ir con él y, a sus 19 años, se arrodilló para hacer un juramento después de escuchar el sermón de Bernardo de Claraval. 

Para su participación en la Cruzada, Leonor planeaba contar con 1000 caballeros y 300 mujeres para atender a los heridos. La presencia de otras mujeres y los vagones llenos de doncellas unidos a las lanzas y armaduras decoradas, causaban cierto desprecio por parte de otros cruzados. Según ellos, era una imagen consumista poco apropiada para una cruzada santa, un viaje especialmente difícil en el que escaseaban hasta la comida y el agua. Hay una leyenda que cuenta que Leonor y las mujeres de la expedición iban vestidas como amazonas. Lo cierto es que, Leonor introdujo nuevas formas de vestuario desde Medio Oriente hasta Francia e Inglaterra en su regreso a Europa, contribuyendo a una interacción activa entre ambas culturas después de las cruzadas. (Rank, pág. 27-28

Llegaron a Constantinopla el 4 de octubre de 1147, al cabo de una penosa marcha de cinco meses. Fueron recibidos por un cortejo de dignatarios bizantinos encargados de acompañarlos hasta el palacio de Blanquerna, donde el emperador Manuel I Comneno les iba a dar la bienvenida. No es difícil imaginarse la impresión que la ciudad bizantina podía causar a los franceses de la época. "Constantinopla, que es la gloria de los griegos, ciudad famosa por sus riquezas, y más rica todavía que su fama —escribía Eudes de Deuil—. Su belleza exterior es casi incomparable y la interior sobrepasa ampliamente todo lo que yo pudiera decir. Por donde se mire no se ven más que dorados y pinturas de colores variados —añadía él, esta vez a propósito del palacio de Blanquerna—. El suelo del patio está recubierto, con una habilidad exquisita, de baldosas de mármol, y hay un despliegue de arte maravilloso...". Asimismo, podemos imaginar la admiración de Leonor durante la ceremonia religiosa que tuvo lugar en la gran basílica de Santa Sofía, inundada por el oro de los mosaicos que la cubrían. Sería después de su conquista por los otomanos, en 1453, cuando todo este esplendor fue sistemáticamente arrancado. (Pernoud, 2000, pág. 80)

Sin embargo, en cuanto abandonaron la ciudad imperial y cruzaron a través del estrecho del Bósforo hasta el territorio ocupado por los selyúcidas turcos, vieron que las hazañas presentes en canciones y poemas se desplomaban frente a la triste realidad de una peligrosa expedición militar en condiciones hostiles. Cuando abandonaron Constantinopla, los cruzados se dirigieron hacia territorio enemigo donde atacaron al ejército turco y estos ataques junto con las nefastas condiciones climáticas, casi acaban con la vida de todos los cruzados. Los que consiguieron sobrevivir lograron llegar a Adalia, donde Luis intentó conseguir barcos para llevarlos hasta Tierra Santa. Lamentablemente, no había suficientes navíos, por lo que Luis abandonó a la mayor parte del ejército para que los nobles pudieran viajar a ultramar. Los menos afortunados tuvieron que hacer el resto del camino por tierra; la mayoría de estos soldados fueron asesinados o capturados por los turcos. (Rank, pág. 28-29)

Segundo consejo de la Cruzada : Conrad III de Alemania , Luis VII de Francia , esposo de Leonor y Baldwin III de Jerusalén

Los reyes de Francia llegaron a Antioquía y fueron recibidos por el príncipe Raimundo, tío de la reina. Leonor empezó a convivir mucho con su tío, quien era más interesante y guapo que el rey Luis. Esta situación dio lugar a rumores acerca de una supuesta aventura amorosa. Cierto o no, es innegable que hubo tensiones matrimoniales mientras estaban en Antioquía. Raimundo solicitó el apoyo del rey Luis, el cual se negó y continuó con su ejército hacia Jerusalén. Leonor se negó a acompañarlo en esta expedición. Su intención era que las tropas de Aquitania se quedaran en Antioquía para ayudar a Raimundo en su ataque a Nur al-Din. Amenazó al rey con divorciarse, alegando que su unión carecía de validez. Luis secuestró a su esposa en medio de la noche y la mantuvo a su lado durante el resto de su estancia en Tierra Santa. Finalmente regresaron a Europa en barcos separados. Llegaron a Roma, donde el Papa Eugenio III intentó solucionar el conflicto entre los cónyuges. Durante este periodo, Leonor dio a luz a una hija, Adelaida. Incapaces de salvar su matrimonio, regresaron a  Francia. El 11 de marzo de 1152, el enlace quedó disuelto por causas de consanguinidad. Con la nulidad matrimonial, recuperó sus dominios, despertando nuevamente el interés de sus pretendientes. (Rank, pág. 29-30



Bibliografía
Rank, Melissa, y Rank, Michael (2016). Las mujeres más poderosas de la Edad Media: reinas, santas y asesinas. De Teodora a Isabel Tudor. Books on Google Play [Libro electrónico]. Traducción de Melisa Arancibia. Recuperado 1 febrero, 2020, de https://play.google.com/store/books/details?id=VR7nCwAAQBAJ

Pernoud, Régine (2000). La mujer en tiempos de las cruzadas. Recuperado 02 febrero 2020, de  https://books.google.com.mx/books?id=ZxE4DXFmpUQC&dq=leonor+de+aquitania&source=gbs_navlinks_s

Pernoud, Régine, Leonor de Aquitania, Acantilado, Barcelona, 2009, consultado el 9 de febrero de 2020 en http://www.acantilado.es/wp-content/uploads/Leonor_Aquitania_extracto.pdf

Weir, Alison (1999) Eleanor of Aquitaine : by the wrath of God, Queen of England. London: Jonathan Cape. Recuperado el 8 de junio de 2020 en https://archive.org/details/eleanorofaquitai0000weir/mode/2up


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