12 oct 2020

Catalina Bustamante, la primera educadora de América

Catalina Bustamante es una figura destacada en la Historia de la Educación en México. Es considerada la primera maestra de América.

Nació en 1490, en Llerena, probablemente en el seno de una familia hidalga. Viajó a las Indias en 1514, acompañada por su marido, Pedro Tinoco, sus dos hijas y dos cuñadas. Llegaron a Santo Domingo, capital de La Española. Ese mismo año, fray Bartolomé de las Casas comenzaba a denunciar los abusos de los encomenderos y tuvo lugar su conversión, renunciando a sus encomiendas para convertirse en defensor de los indios.

En 1526, Catalina ya era viuda y vivía en Texcoco, junto con sus hijas y un yerno. Cuando el obispo de México, fray Juan de Zumárraga, la propuso como directora del colegio de niñas indígenas de Texcoco, la describió como una mujer "de nuestra nación, honrada, honesta, virtuosa, de muy buen ejemplo". Ella pertenecía a la Tercera Orden de San Francisco. Los terciarios podían ser solteros o viudos, pero debían seguir ciertas normas: ser cristianos viejos (no conversos); vestir con decoro y sencillez; evitar las fiestas y espectáculos públicos.

El colegio se estableció en un palacio donado por fray Toribio de Benavente. Aunque sus primeras alumnas fueron hijas de caciques, después fue admitiendo a cualquier niña nativa o mestiza. 

En la primavera de 1529, Juan Peláez de Berrio, hermano del presidente de la Audiencia de México, raptó a dos muchachas indígenas. Indignada, Catalina exigió la devolución de sus pupilas y castigo para los secuestradores. El presidente de la Audiencia maniobró para acallarla. Catalina escribió una carta al rey Carlos I. Era apoyada por el obispo Zumárraga y los franciscanos.

El rey se encontraba fuera de España, pero la carta llegó a manos de Isabel de Portugal, regente en ausencia de su esposo. 

Isabel de Portugal

En la real cédula del 24 de agosto de 1529 al obispo Zumárraga, fechada en Toledo, "rogaba y encargaba que proveyera y cuidara que a las "religiosas" de Texcoco no se les hiciera agravio alguno". Siete días más tarde, la reina envió otra carta a los miembros de la Primera Audiencia de México en la que confirmaba su apoyo a Catalina Bustamante, además de prohibirles "que a la dicha casa [el colegio] y monasterio [de franciscanos] le sean quebrantados sus privilegios e inmunidades, antes en todo se guarden como se hace en estos reinos". Y si no lo hicieran, "serían castigados con el pago de 10.000 maravedíes para su cámara [del colegio y monasterio]".

Además, la reina Isabel ordenó la búsqueda de mujeres letradas y ejemplares que viajarán a Nueva España para educar a las niñas. No era una labor fácil; muchas no estaban dispuestas a dejar su tierra, su familia y cruzar el Atlántico. Además debían contar con cierto conocimiento del náhuatl, pues las alumnas no entendían el español.

Un pequeño grupo, encabezado por Elena Medrano, aceptó la misión. Solamente la viuda Catalina Hernández, quien llegó con su pequeña hija, fue destinada al colegio de Texcoco.

En 1535, ante la falta de apoyo por parte del Virreinato, la misma Catalina viajó a Sevilla para exponer sus quejas: "he trabajado y padecido en administrar y tener a cargo muchas doncellas hijas de los pobladores de la tierra como de las naturales [...]. Y siendo el trabajo abrumador, sola no puedo sufrirlo...". Isabel de Portugal escogió a tres prestigiosas terciarias para que enseñaran en el colegio.

Catalina trajo de España cartillas para enseñar a leer por el método silábico. Además de la enseñanza del castellano y la doctrina cristiana, las niñas indígenas recibían conocimientos de higiene, labores domésticas, bordado de seda o tejido. Catalina inculcó en las jóvenes el derecho a elegir esposo y no dejarse vender o regalar a colonos y caciques.

En 1536, el obispo Zumárraga administraba diez colegios con cuatrocientas alumnas en cada uno. En una carta a Carlos I, relató: "según su maldita y gentílica costumbre, los padres presentan a sus hijas niña a los caciques [...] como tributo y [mantienen] a las jóvenes en lugares soterrandos y escondrijos, donde nadie las puede ver ni hallar [...] y las tienen cuantas quieren y las desechan cuando envejecen". En la actualidad, el testimonio del obispo parece casi feminista, pues en la misma carta argumenta que esa costumbre ofende a la propia dignidad de ellas, siendo rebajadas a objetos de comercio. 

Catalina Bustamante, al igual que muchas maestras y alumnas, murió durante la peste de 1545.


Fuentes:

Gómez-Lucena, E. (2014) Españolas del Nuevo Mundo. Ediciones Cátedra. Disponible en: https://books.google.com.mx/books?id=kZeUBQAAQBAJ&lpg=PP1&pg=PT163#v=onepage&q=bustamante&f=false [12/10/20]

González Ochoa, J. (2015) Protagonistas desconocidos de la conquista de América. Ediciones Nowtilus. Disponible en: https://books.google.com.mx/books?id=StbECgAAQBAJ&lpg=PT30&dq=catalina%20bustamante&pg=PT29#v=onepage&q=catalina%20bustamante&f=false [12/10/20]

León Guerrero, M. (2014) Visión didáctica de la mujer pobladora en América en el siglo XVI. Revista de estudios colombinos. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4872587.pdf [12/10/20]

Ruíz Banderas, J. (2013) Catalina de Bustamante, primera educadora de América. España, el Atlántico y el Pacífico y otros estudios sobre Extremadura. Disponible en:  https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4763789 [12/10/20]

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