22 ene 2021

Agnès Sorel, la primera amante real

 Dame de beauté

Nació en 1422 en Fromenteau, una pequeña población de la Turena. Su padre era un militar, Jean Seurelle y su madre, Catherine de Maignelais, pertenecía a la nobleza rural. La pareja formaba parte de la corte de Renato I de Nápoles (hermano de María de Anjou) e Isabel de Lorena. Se sabe poco sobre los primeros años de Agnès. Es mencionada hasta 1444 en las cuentas de Isabel de Lorena: "Agnès Sorelle", como dama, recibía diez libras, colocándola en el extremo inferior de la escala de asalariados.

En 1443, Carlos VII de Francia recibió a los reyes napolitanos, quienes acababan de perder su reino. Su esposa, María de Anjou, era una mujer muy piadosa y constantemente estaba embarazada; según Chastellain, cronista de la corte del duque de Borgoña, "tenía un rostro que habría infundido miedo incluso en los ingleses". 

Apenas apareció en la corte francesa, Agnès llamó la atención del rey Carlos, quien tenía cuarenta años. No era un hombre agraciado; el cronista Chastellain lo describe como flaco, de constitución débil y una manera extraña de caminar. Sin embargo, era amable, culto y seductor. 

Carlos VII, de Jean Fouquet

Agnès se ganó el apodo de Dame de beauté, Dama de la Belleza, no solo por su apariencia, sino también por ser dueña del castillo de Beauté, obsequiado por el rey Carlos. El amorío provocó un gran escándalo; era la primera vez que un rey de Francia exhibía su relación con una favorita. Chastellain anotó en sus memorias que "ya sea en la mesa, en la cama o en la sala del consejo, ella debe estar siempre a su lado". Incluso entró al servicio de la reina María. Sus cuatro hermanos, Carlos, Luis, Jean y André fueron incorporados a la casa del rey. Su madre recibió una pensión, que mantuvo incluso después de la muerte de Agnès. Su padre murió en 1446. En 1444, además de recibir el castillo de Beauté-sur-Marne, estaba en condiciones de donar una estatuilla de plata cubierta de oro a la iglesia de Loches. El reconocimiento de Agnès como amante real tuvo ramificaciones a largo plazo; estableció una nueva práctica para los reyes franceses y creó oportunidades de ejercer el poder para las mujeres.

Consciente del peligro de su posición, buscó aliados. Uno de ellos fue Pierre de Brézé, senescal de Anjou y de Poitou. Su segundo aliado era Jacques de Coeur, administrador de finanzas y comerciante. Importaba joyas, pieles, seda y objetos preciosos de Oriente. Adelantándose a las técnicas modernas de mercadotecnia, recurrió a la favorita real como "imagen" para su negocio.

La Virgen y el Niño, Jean Fouquet, obra en la que Agnès fue utilizada como modelo. 

De esta manera, la corte francesa dejó atrás su ambiente casi monacal para convertirse en paradigma del lujo y la voluptuosidad. Agnès impuso la moda de depilarse las cejas, lucir escotes y usar ropa interior fina. También fue la primera mujer que utilizó diamantes como adorno personal. La vestimenta de la época no solo era costosa, sino incómoda. Por lo general, las mujeres llevaban gorros cónicos enormes de casi un metro de altura llamados hennin y túnicas de brocado rígido que ceñían sus figuras con tanta fuerza que les costaba respirar. Agnes Sorel tenía ideas bastante diferentes sobre la comodidad y la belleza en la vestimenta, aunque la cola de su vestido era más larga que la de cualquier otra mujer. Su presencia en la corte resultaba escandalosa, pues eclipsaba a la misma reina. 

Agnès, haciendo honor a su sobrenombre, encarnaba el ideal de belleza de su época; rubia, ojos azules, tez muy blanca, cintura estrecha y senos redondos. Jean Chartier dijo que "entre todas las bellezas era la más joven y hermosa del mundo". Incluso sus opositores reconocieron que era una mujer muy hermosa. Tuvo tres hijas con el rey, pero solo dos sobrevivieron a la infancia: Maria y Charlotte de Valois (el hijo de esta, Luis de Brézé, se casó con Diana de Poitiers, otra célebre amante real).

Gracias a la colaboración de Brézé y Jacques Coeur, el reino prosperaba y se fortalecía lo suficiente para un nuevo enfrentamiento con los ingleses. Consciente del odio que inspiraba, Agnès se dedicó a repartir cuantiosas limosnas. Hay cierta comparación entre Juana de Arco, la guerrera que hizo posible la coronación de Carlos VII, y Agnès Sorel, la amante que inspiró al rey vacilante a continuar la lucha contra los invasores ingleses. 

La opinión de los historiadores está dividida respecto a la influencia política de Agnès. Se le atribuye el mérito de haber sacado al rey Carlos de su letargo y convertirlo en un rey dispuesto a expulsar a los ingleses. Auguste Vallet de Viriville apoya esta perspectiva. Fresne de Beaucourt argumenta que, para atribuir ese mérito a Agnès, ella tendría que haber entrado en la vida del rey en la década de 1430, cuando Carlos comenzó a mostrar su temple. Aunque Vallet ubica el idilio en esa década y el nacimiento de Agnès alrededor de 1410, ningún documento la menciona antes de 1444. Por lo tanto, Agnès conoció a un Carlos VII ya transformado. 

Sin embargo, esto no significa que se deba descartar su influencia política. Los documentos de Guillaume Mariette demuestran que Pierre y Agnès eran aliados, siendo esta última un medio seguro para influir en el rey. Esta percepción está respaldada por otras referencias contemporáneas. El más formidable entre sus enemigos era el delfín. Junto con Pierre, Agnès se interpuso en el camino de Luis y sus aliados que querían deponer al rey. La aversión del delfín por Agnès es insinuada en los documentos de Mariette, así como en varias crónicas. Pío II escribió que la causa de la discordia entre Carlos VII y su hijo fue Agnès, a quien Luis llegó a perseguir con su espada.


Muerte

En 1450, con un embarazo avanzado, Agnès viajó a Normandía para encontrarse con el rey, quien libraba la batalla contra los ingleses. Era un viaje inusual y peligroso para una mujer aristocrática y en su condición; se esperaba que guardará reposo de cuatro a seis semanas antes de dar a luz. Sus motivos no están claros. Sin embargo, el cronista Jean Chartier ofrece una explicación: la joven pretendía informar al rey sobre un complot. 

En la abadía de Jumièges sufrió un parto prematuro. El 9 de febrero, a los veintiocho años, Agnès falleció por disentería. No tardaron en correr los rumores de que había sido envenenada. No faltaban sospechosos; el delfín Luis, quien despreciaba a la amante de su padre, o Antoinette de Maignelais, prima de Agnès y su sucesora como favorita real. Cabe señalar que además de ser atendida por Robert Poitevin, médico personal del rey, también estaba presente Etienne Chevalier, médico de cabecera del rey y de Luis. Sin embargo, Jacques de Coeur fue acusado del asesinato y, aunque no se pudo comprobar su culpabilidad, fue acusado de malversación de fondos y no volvió a gozar del favor real. 

Tumba de Agnes en Loches, fuente de imagen

Incluso en sus horas finales, Agnès dio muestras de serenidad. Se cree que sus últimas palabras fueron: "Nada hay más frágil que nuestra propia existencia". Fue enterrada en Loches, mientras que su corazón fue extraído y sepultado en la Abadía de Jumièges.


Exhumación

Su tumba fue reducida en 1777, cuando los canónigos de Loches juzgaron ilógico que una adúltera descansará en el coro de la iglesia. Los restos, encontrados en buen estado, fueron colocados en una urna de 43 centímetros de altura. En 1809, el general François René Jean de Pommereul restauró el mausoleo de Agnès. Idealizándola como heroína nacional, agregó la siguiente inscripción en su tumba: LA ÚNICA AMANTE DIGNA DEL PAÍS, YA QUE EL PRECIO DE SUS FAVORES FUE LA EXPULSIÓN DE LOS INGLESES DE FRANCIA. Este epitafio fue removido después por el obispo de Tours, quien se opuso a tan generoso elogio

En 2005 se realizó otra exhumación, en un estudio multidisciplinar que reunió a 22 investigadores de 18 laboratorios. La urna desprendía un olor dulce, una mezcla de especias y moho. Esto se debe a que, durante el embalsamamiento, llenaron su cuerpo con semillas, bayas y especias aromáticas. El examen de rayos X reveló la ausencia de enfermedad, salvo por una desviación del tabique nasal hacia la derecha. Por lo tanto, es muy probable que la Dama de la Belleza roncara. El bajo depósito de sarro y la ausencia de caries indican una salud bucal relativamente buena. Este estudio permitió identificar fibras vegetales y cárnicas que atestiguan una dieta mixta. Debido a su estado de conservación relativamente bueno, se realizaron numerosos estudios microscópicos sobre la materia orgánica aún presente en la superficie de los huesos, principalmente el cráneo y las costillas. La epidermis de la cara se caracterizó por un contenido pobre en melanina, lo que indica una piel particularmente blanca, además se confirmó el rubio natural de su cabello. 

Rostro de Agnès Sorel, reconstrucción en 3D

Dado el manejo inoportuno de los restos de Agnès Sorel, en un principio solo se presumió la autenticidad. Para obtener certeza, se realizó una datación con carbono. La fecha obtenida coincidía con el año de su muerte, 1450. Luego, se compararon los restos del cráneo con la efigie de Sorel, hecha en vida. Se encontró una perfecta correspondencia entre el cráneo y la escultura: la forma del mentón, la ubicación de los dientes, la posición de los conductos auditivos, la apertura de las fosas nasales, el tamaño de la cavidad nasal y la distancia y forma de las cuencas oculares. El único detalle que no coincidía era la depilación de cejas y línea del cabello que se muestra en los retratos. El estudio microscópico de los restos del cuero cabelludo a nivel de la frente ciertamente revela la depilación, pero no tan pronunciado como se muestra en los retratos. ¿Por qué se depilaba? Algunos han hablado del estilo florentino, una frente más redondeada conforme a los cánones de un muy temprano Renacimiento. La realidad parece ser muy diferente. Agnès tenía unos ojos muy grandes, desproporcionados a su rostro. La depilación de frente le permitió la armonización de sus rasgos. 

Varios laboratorios se encargaron de realizar ensayos básicos a partir del cabello y el vello púbico y axilar encontrados en la urna funeraria, amalgamados con el líquido de descomposición o extraídos directamente del cuero cabelludo. El conjunto de ensayos reveló una concentración muy alta de mercurio en los cabellos. Por otro lado, la microscopía electrónica de barrido semivacío confirmó la ausencia de mercurio en la superficie de las muestras, eliminando así la contaminación post-mortem. La intoxicación debe considerarse aguda y haber precedido a la muerte entre 48 y 72 horas. Por lo tanto, la causa de intoxicación no pudo haber sido causada por una exposición prolongada al mercurio, por ejemplo, en forma de cosméticos. De hecho, las sales de mercurio se han utilizado desde la antigüedad grecorromana como antiparasitarios. Pero las cantidades utilizadas en terapia son normalmente mucho menores (alrededor de 10,000 a 100,000 veces menos que la dosis observada en los apéndices de la piel de Agnès). 

También se encontraron los restos de un feto de siete meses, el cuarto y último hijo de Agnès. Todavía no se sabe si la exposición al mercurio provocó el parto prematuro. El envenenamiento de Agnès ha sido confirmado, sin embargo, nadie puede saber si fue voluntario o no.


Fuentes:

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Hagen, Rose-Marie y Hagen, Rainer (2003) What Great Paintings Say, Volumen 2. Taschen, disponible: https://books.google.com.mx/books?id=OWe3lPyY_GIC&lpg=PP1&hl=es&pg=PP1#v=onepage&q&f=false [22/01/21]

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Queralt, Ma. Pilar (2014) Reinas en la sombra. EDAF. Disponible: https://books.google.com.mx/books?id=UheGBAAAQBAJ&lpg=PP1&hl=es&pg=PP1#v=onepage&q&f=false [21/01/21]

Wellman, Kathleen (2013) Queens and Mistresses of Renaissance France. Yale University Press. Disponible: https://books.google.es/books?id=_AtUPUB6znMC&lpg=PP1&hl=es&pg=PP1#v=onepage&q&f=false [21/01/21]

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