19 ago 2020

Leona Vicario

"Me llamo Leona y quiero vivir libre como una fiera"

Su nombre completo fue María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández. Nació el 10 de abril de 1789, en Ciudad de México, capital de la Nueva España. Fue hija única del comerciante Gaspar Martín Vicario, proveniente de Castilla la Vieja, y Camila Fernández de San Salvador y Montiel, originaria de Toluca y descendiente de la nobleza indígena (Ruíz, 2012)

Leona creció en una familia acomodada que pudo proporcionarle una educación esmerada. A diferencia de muchas mujeres de su época, Leona estaba instruida en bellas artes, ciencias y literatura. Desde niña recibió clases de dibujo y pintura del pintor Tirado. Entre algunas de sus lecturas se destacan: la “Idea del Universo” del Jesuita Lorenzo Hervás y Panduro; “Historia Natural General y Particular” de Georges Lous Leclere Buffon, Conde de Buffon; “Las aventuras de Telémaco” escritas por Fenelón; “Nuevo Robinson” de Joachim-Henrich Campe; las obras del M.R.P.M. Fray Benito Gerónimo Feijoo; “Clara Harlowe” de Samuel Richardson; “La Huerfanita Inglesa” de Mr. Pierre- Antoine de la Place; las “Aventuras de Telémaco, hijo de Ulises” del Arzobispo de Cambrai, Francois Salignac de la Mothe-Fenelon; y un libro vagamente designado con el título de “El Carlos”, que tal vez haya sido la famosa “Historia del Emperador Carlo Magno" (Flores Castillo, p. 152-3)

Don Gaspar Martín Vicario y su familia, 1793 de Domingo Ortiz.

La mayoría de las pinturas que adornaban su casa eran de tema religiso, dos de ellas pintadas por Leona. Sentía devoción por la Virgen de los Remedios, la española, y la de Guadalupe, mexicana. También se dedicaba a las obras de caridad (Galí, 2002, p. 63).

“Leona era de estatura regular, robusta y bien formada; movimientos graciosos; rostro lleno, afable y sonrosado; frente ancha, alta y vertical; cejas muy delgadas; ojos grandes, negros, de mirar luminoso, firme y enérgico; nariz fina y correcta, y boca pequeña y sonriente” (García, 1910, p. 45). 

Como dama de clase alta, estaba acostumbrada a una vida de lujos. Algo que no está de más recalcar, en vista del desinterés con el que destinó su fortuna al movimiento insurgente y las penurias que sufrió durante sus años como fugitiva.

“Leona vestía con elegante distinción […] usaba gorras de raso blanco y listones morados; sobretúnicos de gasa azul de Italia, guarnecidos de fleco y lentejuela de plata; bandas de tafetán color de rosa con fleco de plata; guantes grandes y chicos de tafilete; medias con botín bordado, y zapatos de raso, bordados también” (García, p. 45-6).

Sus padres murieron en 1807. Leona quedó bajo la tutela de su tío, Agustín Pomposo Fernández de San Salvador (Ruíz, 2012)Su tío debía cuidar de la joven, pero también quería que estuviera cómoda. Le permitió vivir sola y él se fue a una propiedad contigua. Fue en el despacho de su tío donde conoció al estudiante de leyes, Andrés Quintana Roo. Antes de enamorarse de Andrés, Leona estuvo comprometida con Octaviano Obregón, quien tuvo que partir a España.


Participación en el movimiento de Independencia 

Además de los sentimientos, Leona y Andrés tenían en común sus ideales de libertad y patriotismo. Don Agustín no permitió el enlace; él era un firme realista, mientras que el joven era liberal. Ambos se unieron a los rebeldes. Leona pertenecía a la sociedad secreta Los Guadalupes.

Leona aprovechó su estatus social para apoyar al movimiento insurgente: proporcionó dinero y medicinas; a través de ella se manejaba la correspondencia de los rebeldes y sus familiares; motivaba a los cabecillas de la revolución con cartas en las que los exhortaba a seguir luchando. Uno de sus más grandes y acertados logros fue el de convencer o “seducir” a los “mejores armeros vizcaínos que servían en la Maestranza del Virreinato y de enviarlos al Campo del Gallo, de Tlalpujahua a fin de que fabricaran fusiles en él”. Con ello, ayudó a que los insurgentes pudieran enfrentarse al ejército realista en mejores condiciones de guerra (Flores Castillo, p. 156)Transmitía información en clave a través del diario El ilustrador americano; también colaboró en El pensador mexicano y en el Semanario Patriótico Americano (Flores y Hernández, 2010). Es considerada la primera periodista de México.

En 1813 fue descubierta por las autoridades virreinales. El 28 de febrero escapó cuando, al salir de misa, una mujer desconocida le advirtió que la querían detener. Salió de Ciudad de México y encontró refugio en San Juanico. No pasó mucho tiempo antes de que su tío tuviera noticias de ella y la regresará a casa. El 13 de marzo, Agustín la llevó al Colegio de Belén en calidad de reclusa y la dejo a disposición de la Real Junta de Seguridad y Buen Orden.

Leona fue interrogada sobre los insurgentes que mencionaba en sus cartas. Para proteger sus identidades, ella utilizaba seudónimos como Telémaco, Robinson o Lavoisier. El 20 de marzo, el juez declaró formal prisión a Leona, expresando que quedaba a disposición del virrey en el Colegio de Belén, donde no se le permitiría comunicación alguna. Era inusual que permaneciera prisionera en el Colegio. Desde el siglo XVI, los presos eran llevados a cárceles públicas, lo que nos hace suponer que el Juez atendió las peticiones de los tíos de Leona (García, p. 104).

Fue rescatada por tres insurgentes la noche del 22 de abril. Una vez recobrada su libertad, se dirigió sin cortapisas a la ciudad de Oaxaca, donde se reuniría con Andrés Quintana Roo (Ruíz, 2012). La pareja logró unirse en matrimonio.

Para esos momentos, don Andrés fungía como diputado del Congreso de Chilpancingo. El 14 de marzo de 1818, escondidos en la serranía de Tlatlaya, actualmente Estado de México, fueron sorprendidos (Ruíz, 2012).

El movimiento de Independencia se debilitó tras el fusilamiento de Morelos en 1815. Leona y Andrés tuvieron que acogerse al indulto. En ese entonces ya tenían una hija, Genoveva, a la que dio a luz en una cueva, pues vivían huyendo de los realistas.

El 27 de marzo de 1818 cuando el virrey dio a conocer su decisión confirmando la gracia de indulto a los dos y declarando que “no la sujetaba a condición alguna”, además dispuso que “Leona y su esposo debían disfrutarla en España” (p. 170)Se tiene evidencia de que se les permitió vivir de nuevo en México, puesto que Andrés Quintana Roo se hizo parte del Ilustre y Real Colegio de Abogados el 22 de agosto de 1820 (Flores, p. 172).

El 2 de noviembre de 1827, el Congreso del Estado de Coahuila y Tejas dispuso que la villa de Saltillo se denominará ciudad de "Leona Vicario". Pero, al ser comunicado para su promulgación al Poder Ejecutivo local, este determinó que la Constitución del Estado sólo consentía los honores póstumos (García, p. 136).


Últimos años

Siglo XIX. Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec.

La pareja fue perseguida por su oposición al gobierno de Anastasio Bustamante. Lucas Alamán intentó minimizar las actividades de Leona durante la guerra, afirmando que había sido motivada por amor a su marido, no por verdadero patriotismo. En una carta firmada el 26 de marzo de 1831, encaró a Alamán (Carrera, 2003, p. 80):

Confiese Sr. Alamán que no sólo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres; que ellas son capaces de todos los entusiasmos y que los sentimientos de la gloria y la libertad no les son unos sentimientos extraños; antes bien vale obrar en ellos con más vigor, como que siempre los sacrificios de las mujeres, sea el cual fuere el objeto o causa por quien las hacen, son desinteresados, y parece que no buscan mas recompensa de ellos, que la de que sean aceptadas. Por lo que a mí toca, sé decir que mis acciones y opiniones han sido siempre muy libres, nadie ha influido absolutamente en ellas, y en este punto he obrado con total independencia y un atender que las opiniones que han tenido las personas que he estimad. Me persuado de que así serán todas las mujeres, exceptuando a las muy estúpidas, y a las que por efecto de su educación hayan contraído un hábito servil. De ambas clases hay también muchísimos hombres.

Leona vicario murió tranquilamente en su casa el 21 de agosto de 1842, a la edad de 53 años, en la calle de Santo Domingo del Centro Histórico de la Ciudad de México. 

Recibió un funeral de Estado, encabezado por el presidente Antonio López de Santa Anna. Sus restos descansaron en el panteón de Santa Paula. Tras la muerte de Quintana Roo, su hija reunió los restos de sus padres en el Panteón de los Ángeles. En 1910, ambos fueron trasladados a la Columna de la Independencia (Del Palacio, 2007).



Fuentes: 

Carrera Damas, G. (2003) La construcción del héroe en España y México (1789-1847). Universitat de València. Disponible en: https://books.google.com.mx/books?id=RTFYf0S6VZYC&lpg=PP1&pg=PP1#v=onepage&q&f=false [19/08/20]

Flores Castillo, A. Leona Vicario: Mujer, fuerza y compromiso en la Independencia de México. Disponible en: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/6/2918/10.pdf [18/08/20]

Flores Guevara, S. y Hernández Carballido, E. (2010) Encuentro de Empoderamiento Femenino. Disponible en: https://www.uaeh.edu.mx/investigacion/productos/4955/encuentro_empoderamiento_femenino.pdf [18/08/20]

Galí Boadella, M. (2002) Historias del bello sexo: la introducción del romanticismo en México. UNAM. Disponible: https://books.google.com.mx/books?id=RDKEA0xzkWgC&lpg=PP1&pg=PP1#v=onepage&q&f=false [18/08/20]

García, G. (1910) Leona Vicario: Heroína insurgente. Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología. Disponible en: https://dgb.cultura.gob.mx/libros/dgb/333748_1.pdf [18/08/20]

Del Palacio, C. (2007) Adictas a la Insurgencia. Penguin Random House Grupo Editorial. Disponible en: https://books.google.com.mx/books?id=PZ0wY8F-qlgC&lpg=PP1&pg=PP1#v=onepage&q&f=false [19/08/20]

Ruiz Ham,  E. (2012) El carácter insurgente de una “Leona”. INEHRM. Disponible en: https://web.archive.org/web/20120129041331/http://www.inehrm.gob.mx/Portal/PtMain.php?pagina=exp-leona-vicario-articulo [18/08/20]

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