10 jun 2020

Leonor de Aquitania (Parte 2)

Reina de Inglaterra
Durante el viaje a Poitiers, Leonor sufrió dos intentos de secuestro por parte de dos hombres con los ojos puestos sobre su vasta herencia. En Blois, el futuro conde Teobaldo V conspiró para apoderarse de ella en la noche del 21 de marzo de 1152. Advertida a tiempo, se vio obligada a huir al amparo de la oscuridad, tomando una barcaza a lo largo del Loira hacia Tours. Más al sur, en Port des Piles, cerca del río Creuse, Godofredo de Anjou, hermano menor de Enrique, la esperaba. Una vez más, recibió una advertencia de "su buen ángel" -posiblemente un miembro de su escolta- y evadió por poco la captura, girando hacia el sur. Claramente, su matrimonio con Enrique de Anjou tenía que arreglarse sin demora. Tan pronto como llegó a la capital, a tiempo para Pascua, Leonor envió emisarios ante Enrique, pidiéndole que acudiera de inmediato y se casara con ella. Esto no era necesariamente una propuesta, como algunos escritores han inferido, ya que es posible que la pareja ya había acordado el matrimonio. (Weir, 1999, p. 93)

Leonor puso mucho empeño en la labor de gobernar y subrayó su autonomía al anular los decretos hechos por Luis en Aquitania. Ella parecía disfrutar su independencia y, para mantenerla, requería un marido indulgente. El 18 de mayo, Enrique y Leonor se casaron en Poitiers, "sin la pompa y ceremonia que correspondía a su rango". Entre ellos existía el mismo grado de afinidad que habían tenido Leonor y Luis. Como vasallos, se supone que debían pedir permiso al rey de Francia, pero, era evidente que Luis no permitiría una alianza entre ellos. Por lo tanto, esta boda sin consentimiento real fue considerada un acto de gran provocación. Leonor y Enrique hicieron todo lo posible por mantener sus negociaciones matrimoniales en secreto. Tuvieron tanto éxito en esto que ninguna documentación sobrevive y pocos de sus contemporáneos descubrieron cómo se había producido la unión. (Weir, p. 94)

Leonor ahora era duquesa de Aquitania y Normandía y condesa de Poitiers y Anjou. Enrique había adquirido por matrimonio casi la mitad de lo que ahora es la Francia moderna. Ella era once años mayor que Enrique, pero tenía más en común con él que con Luis. Ambos eran ambiciosos y enérgicos. Enrique era notoriamente adúltero. Sin embargo, Leonor le daría ocho hijos, lo cual demuestra que visitaba su alcoba con regularidad.   

La madre de Enrique era Matilde, hija de Enrique I de Inglaterra. Cuando el padre de Matilde murió, en 1135, ella estaba en Anjou y embarazada, lo cual le dio oportunidad a su primo, Esteban de Blois, de tomar el trono inglés. Enrique partió a Inglaterra con un ejército, con el fin de enfrentarse al rey Esteban y reclamar el trono. Llegó en enero de 1153. Leonor se quedó a cargo de Aquitania y Anjou; mientras su marido estaba fuera, el 17 de agosto dio a luz a su primer hijo, Guillermo. 

Antes de su partida, Enrique visitó a su madre, la emperatriz Matilde. Sería interesante conocer más detalles sobre las interacciones entre Leonor y su suegra. No hay evidencia de que hayan sido particularmente cercanas. Se cree que la relación fue distante, debido a los rumores de que Leonor había tenido un aventura con el padre de Enrique. Además, Leonor pudo albergar resentimiento por la influencia de la emperatriz sobre su hijo.

Mientras tanto, en Inglaterra, Esteban y Enrique llegaron a un acuerdo respecto a la sucesión; a principios de 1154, el joven duque regresó a Normandía como heredero del trono inglés. No tuvo que esperar mucho para reclamar su herencia, pues el 25 de octubre falleció el rey Esteban.
 
Leonor y Enrique II. Ilustración del manuscrito Lancelot del Lago de Gautier Map

El 8 de diciembre, Leonor y Enrique llegaron a su nuevo reino. De inmediato se dirigieron a Londres; el 19 de diciembre, el domingo antes de Navidad, fueron coronados en la abadía de Westminster como rey y reina de Inglaterra. Su primera residencia en Inglaterra no fue el palacio de Westminster, en ese entonces deteriorado, sino una residencia más cómoda en Bermondsey, al otro lado del Támesis, desde la sombría Torre del Conquistador y no muy lejos de la bulliciosa vida comercial de los muelles. Fue en Bermondsey donde, apenas dos meses después de la coronación, nació su segundo hijo, Enrique en febrero de 1155. Para el verano del año siguiente, gracias al celo del nuevo canciller del rey, el Palacio de Westminster había sido restaurado. (Owen, 1993, p. 36 y 42)

La nueva reina encontró en la corte inglesa un entorno muy diferente al que ella estaba acostumbrada en Poitiers. No había signos de frivolidad, trovadores ni juglares. El palacio de Westminster fue renovado con su gusto habitual por la elegancia, importando tapices, cojines de seda, aceite para lámpara e incienso. También importaba especias exóticas para su cocina y vinos de Burdeos, ya que no podía soportar la pesada cerveza inglesa. Ella importó su estilo de vida y sus intereses por las artes. Puso en contacto al reino isleño con las ideas de caballería y romance. Aunque los eclesiásticos, como lo habían hecho en París, alzaron las cejas ante los llamativos caballeros y trovadores que frecuentaban la corte de Leonor en Westminster (temían que pudieran contaminar a la juventud inglesa) no pudieron detener su influencia. (Schoyer, 1999, p. 79)

Se esperaba que una reina aportará descendencia a la casa real. Y Leonor cumplió con su principal función. Tuvo cinco hijos y tres hijas: Guillermo, el único que murió en la infancia; Enrique, el primer hijo nacido en Inglaterra; Matilde, nacida en 1156; Ricardo Corazón de León, nacido en 1157; Godofredo, en 1158; Leonor, en 1162; Juana, en 1165; y el menor, conocido como Juan Sin Tierra, en 1166.

Descendientes de Enrique II, fuente

Enrique II era un apasionado de la justicia, prestó la debida atención al orden público y se esforzó por revivir el vigor de las leyes de Inglaterra. Dividió el país en regiones administrativas e instituyó circuitos legales, mediante los cuales sus jueces visitaban cada región para asegurarse de que se mantuviera la Paz del Rey. Durante sus viajes a través del reino, el propio Enrique presidiría estos tribunales, y sus juicios tenían fama de ser tan justos que cualquier persona con un buen caso estaba ansioso de que lo escuchara. Enrique también "vigiló celosamente los intereses reales", aumentando juiciosamente la riqueza y el prestigio de la corona al tiempo que frenaba el poder de sus barones. Lo que hizo posible todo esto fue el fuerte deseo de paz por parte de la aristocracia y el pueblo después de la anarquía que predominó durante el reinado de Esteban. Para el verano de 1155, gracias al genio de Enrique II por el buen gobierno, el orden se había restablecido dentro del reino con tal minuciosidad que permanecería en paz durante casi dos décadas. (Weir, pp. 126 y 127)

Cuando se convirtió en reina, a sus treinta y dos años, Leonor ya era una leyenda. En un breve poema conservado en los Carmina Burana, es elogiada: 
Si el mundo entero fuera mío,
desde el mar hasta el Rhin,
Todo lo daría
Por tener en mis brazos
A la reina de Inglaterra. 
(Wade, 2003, p. 77)
Sus embarazos no le impidieron viajar con su esposo, ni ocuparse del gobierno en su ausencia. Expidió sus propios documentos, administró justicia y se mostró como una soberana severa:
Los monjes de Reading me han presentado la queja de que les ha sido confiscado injustamente su campo en Londres... Os ordeno que investiguéis sin demora si así fue y, si resulta que el asunto es cierto, devolvedles de inmediato su tierra a los monjes, de modo que no tenga que oír en el futuro ninguna queja por falta de justicia; no permito que pierdan injustamente algo que les pertenece. (Gottschalk, 2012, pp. 3 y 4)
Sin embargo, a pesar de su fama, durante los treinta y cinco años del reinado de Enrique, los cronistas apenas la mencionan, a menos que sea para registrar su presencia al lado del rey o los nacimientos de sus hijos. Por lo tanto, la mayoría de sus biógrafos modernos concluyen que disfrutaba de poco poder político como reina, y que Enrique se ocupaba de que su papel fuera puramente dinástico y ceremonial. Sin embargo, hay evidencia en documentos oficiales de que se le permitió cierta autonomía en la toma de decisiones y una considerable responsabilidad en asuntos administrativos, especialmente durante las frecuentes ausencias de su esposo, aunque no tomó decisiones importantes que afectarán la política. Thomas Agnell, archidiácono de Wells, la llamó "una mujer de gran discernimiento", refiriéndose tal vez a su gusto más que a su juicio. Gervase de Canterbury la describió como "una mujer extremadamente astuta, nacida de la nobleza, pero voluble". (Weir, p. 132)

 Detalle de miniatura, Henry II y su reina recibiendo al enviado de Felipe Augusto, del siglo XIV, Fuente

Como reina, Leonor era muy rica, a pesar de que su asignación era idéntica a la de Isabel de Angulema y tenía las mismas tierras que le habían sido asignadas a las consortes de Enrique I y Esteban. Aunque su riqueza no provenía de fuentes convencionales; su esposo le asignó numerosas propiedades que le proporcionaban ingresos en forma de alquileres anuales e impuestos. Aunque existe poca documentación al respecto, es casi seguro que Leonor fue la primera reina inglesa a la que se le otorgó el derecho de reclamar el "oro de la reina". También fue una mujer pía y gran benefactora de instituciones religiosas, especialmente en Poitiers y Aquitania. (Weir, p. 134 y 135)

Conflictos familiares
Conforme los hijos de Leonor se hacían mayores, las tensiones también crecían. En 1169, Enrique II declaró cómo pretendía dividir su imperio después de su muerte. Acompañado por sus hijos, Enrique y Ricardo, el rey conoció a Luis de Francia en el castillo de Montmirail, al norte de Francia. El resultado del encuentro, el Tratado de Montmirail, especificaba que el príncipe Enrique heredaría Inglaterra, Normandía y Anjou; Ricardo heredaría Aquitania, como vasallo del rey de Francia; y Godofredo recibiría Bretaña, como vasallo de su hermano Enrique. Además, Ricardo se casaría con Adela, hija del rey Luis y su segunda esposa, Constanza de Castilla. Según los términos de este tratado, el príncipe Juan, de tres años, no debía recibir nada. Incluso a esa edad, Enrique II y Leonor planearon una carrera eclesiástica para él. En broma, Enrique le dio el apodo de "Sin Tierra", que lo acompañaría durante muchos años. (Hilliam, 2004, pp. 54 y 56)

La mayoría de los cronistas estaban desconcertados por la decisión de Enrique II de dividir su imperio, y la mayoría de los historiadores modernos han desarrollado teorías sobre por qué lo hizo. De acuerdo con Alison Weir, Enrique había descubierto lo complicado que era gobernar un conjunto de territorios tan difíciles de gestionar, mientras que su comportamiento posterior sugiere que no confiaba en ninguno de sus hijos para mantener la autoridad y el control de la manera más efectiva posible. Dividir el imperio entre ellos, por lo tanto, garantizaría un gobierno más efectivo después de su muerte y también mantendría estos territorios bajo el dominio angevino. (Weir, pp. 183 y 184)

Leonor y Rosamund, de Evelyn de Morgan, fuente

En 1168, Leonor regresó a Poitiers. Cuando tomó la decisión de partir, tenía cuarenta y seis años, ya era una mujer mayor para los estándares medievales, mientras que Enrique, a sus treinta y cinco, era un hombre vigoroso. Al dar a luz ocho hijos, Leonor pudo considerar que había cumplido con su deber y no veía la necesidad de permanecer con su marido.
La creencia popular es que Leonor se sintió despechada por el amor de Enrique hacia Rosamund Clifford. No era la primera vez que el rey se involucraba emocionalmente con una mujer; antes de 1162, se hablaba de su amor por Rohese de Clare. Tampoco hay evidencia de que el rey humillará a su esposa exhibiendo a su amante; más bien, mantuvo la relación en secreto hasta 1174. Es poco probable que el romance de Enrique y Rosamund fuera la causa principal del distanciamiento de la pareja real. 
Es posible que ella prefiriera vivir en su tierra natal, donde tenía cierto grado de autonomía como duquesa, en vez de su rol subordinado como esposa y reina. Se ha especulado, como en muchas rupturas matrimoniales, que había poca compatibilidad en la pareja. Es cierto que tenían gustos similares, pero ambos eran obstinados y con un carácter fuerte. También se ha sugerido que Leonor encontró en el amor de su hijo, Ricardo, la satisfacción emocional que le faltaba en su relación con el rey. Está claro que madre e hijo tenían un afecto especial el uno por el otro. (Weir, pp. 179 y 180)



Referencias 
Gottschalk, M. (2012) Reinas. Cinco soberanas y sus biografías. México: Fondo de Cultura Económica. Disponible en https://books.google.com.mx/books?id=3fsUSTXdxjcC&lpg=PP1&pg=PP3#v=onepage&q&f=false [09/06/20]

Hilliam, D. (2004) Eleanor of Aquitaine: The Richest Queen in Medieval Europe. The Rosen Publishing Group. Disponible en: https://books.google.com.mx/books?id=YxqJbKSf9rEC&lpg=PP1&pg=PP1#v=onepage&q&f=false [09/06/20]

Owen, D. (1993) Eleanor of Aquitaine : queen and legend. Oxford, UK; Cambridge, Mass.: Blackwell. Disponible en: https://archive.org/details/eleanorofaquitai0000owen/mode/1up [08/06/20]

Schoyer Brooks, P. (1999) Queen Eleanor: Independent Spirit of the Medieval World. Houghton Mifflin Harcourt. Disponible en: https://books.google.com.mx/books?id=zc0K2KfOhREC&lpg=PP1&dq=eleanor%20of%20aquitaine&pg=PA79#v=onepage&q&f=false [09/06/20]

Wade Labarge, M. (2003) La mujer en la Edad Media. San Sebastián: Editorial Nerea. Disponible en https://books.google.com.mx/books?id=wBFFOyUBoV4C&lpg=PA1&pg=PA1#v=onepage&q&f=false [09/06/20]

Weir, A. (1999) Eleanor of Aquitaine : by the wrath of God, Queen of EnglandLondon: Jonathan Cape. Disponible en: https://archive.org/details/eleanorofaquitai0000weir/mode/1up [08/06/20]

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